Introducción
Antes que nada gracias por tomarte el tiempo de leer estos textos, vale la pena mencionar que este párrafo lo pondré en todos y cada uno de los sueños (así que si ya lo leíste en otro de estos, puedes pasar al directamente al párrafo del sueño), los sueños que vas a encontrar en el sitio han sido y son un evento peculiar en mi vida porque nunca a lo largo de mis 44 años (hasta el 16/10/2022) había yo experimentado sueños de esta índole, claro que había soñado y soy una persona que sueña mucho pero nunca sueños de este estilo ni con tal claridad y mucho menos con la capacidad de retenerlos perfectamente no sólo después de terminar de soñar o después de despertar, sino al día de hoy cuando estoy finalmente haciendo la redacción de ellos y que ya han pasado alrededor de 2 años y medio que el primer sueño tuvo lugar, todo esto sólo empezó a darse hasta que yo comprendí el principio de que formaba parte de la nación de Israel y comencé a leer las escrituras y aprender con la perspectiva de la nación a quien fue originalmente dada, a la que ahora entiendo que pertenezco, a la nación de Yisra’El, la nación del creador. Ahora, yo tengo interpretaciones personales para cada uno de ellos pero estas me las reservo pues no se trata de imponerlas a los demás, más bien comparto los sueños para que cada uno de los lectores que pueda tener acceso a estos, saque sus propias conclusiones puesto que, como dije, no quiero tratar de imponer alguna idea preconcebida mía y mucho menos adjudicarme la capacidad de “intérprete de sueños”, de modo que eso queda a total interpretación del lector y que el Ruaj haKodesh (el Espíritu de Santidad) de YHWH sea quien revele a aquellos lo que Él desea.
Advertencias y Testimonios
Este es el quinto sueño, este es uno de los sueños que hasta ese punto tuvo más partes, o se vuelve un tanto más elaborado porque cuenta con varias escenas por llamarlo de alguna manera, de modo que trataré de relatarlo lo mejor posible.
La Oficina del Testimonio
El sueño comienza cuando yo estoy en una especie de oficina en donde me encuentro sentado en un sillón en el lado izquierdo de la habitación, enfrente de mí había dos sillas y enfrente de estas 2 sillas, un escritorio de estilo un tanto antiguo, de metal, en el cual del otro lado del escritorio había una señorita de pelo rubio, largo, camisa blanca a botones y pantalón de vestir holgado color gris, en las sillas que estaban frente a ella del otro lado del escritorio, estaban 2 caballeros (ellos me daban la espalda a mí) y de mi lado derecho había un sillón en donde también había otra persona, otro varón. Después de apercibirme de los personas presentes en la habitación, empiezo a analizarlos y me doy cuenta cuando volteaba mi mirada hacia abajo que yo era el único varón que estaba portando tzit-tzityots (me refiero a los flecos de color azul que menciona la escritura que debemos usar en nuestra vestimenta los hijos de Israel), cuando yo me daba cuenta de esto, me ponía muy triste porque notaba y sentía claramente cómo había un desinterés en el interior de los varones que estaban ahí, por cierto, ellos estaban vestidos con ropas como de oficinista, es decir, pantalón de vestir gris o café, camisa blanca plisada de manga corta, corbata sencilla, relojes un tanto antiguos en sus muñecas, ellos tenían los rostros neutros, ni contentos, ni tristes, más bien como apáticos, indiferentes, yo en mi corazón sabía que no tenían la intención de seguir o escuchar la escritura, eso es algo que yo entendía en ese momento y me entristecía grandemente, justo cuando ese sentimiento comenzaba a abrumarme y después de ver esta escena, todo cambiaba en un instante…
¡Los Campos ya están Listos!
Ahora, yo me encontraba en medio de un gran campo, un inmenso sembradío de lo que parecía ser trigo, de mi lado derecho había un varón con el cual comenzaba a hablar mientras yo veía claramente los sembradíos, pues no había nada que los obstruyera, hasta el horizonte podía distinguir espigas doradas desde donde me encontraba hasta donde alcanzaba la mirada, sin embargo, algo que me llamaba la atención eran unas pequeñas máquinas, eran similares a las cosechadoras de trigo, eran maquinas de color amarillo pero en vez de ruedas tenían una especia de bandas a un lado y al otro, que les permitían desplazarse e ir cosechando, sin embargo, estas al parecer no podían segar los campos tan rápido como deseaban, porque eran pequeñas, y yo parecía sentir “intención” en estas máquinas, es decir, no eran simple maquinaría, sino que detrás de su operación era como si hubiera un deseo de hacerlo lo mejor y lo más pronto posible, cuando yo veía y sentía esto, le preguntaba al hombre que estaba a mi derecha — ¿qué es este campo? — y él me respondía — es un gran campo de “galletas” —, lejos de intrigarme la respuesta que a todas luces parecía graciosa pues el campo lucía mucho más a un campo de trigo, recuerdo que le hice una siguiente pregunta, –¿por qué hay tan pocas máquinas trabajando para recogerlas? — a lo que él respondía — la cosecha Ya está lista pero no hay la suficientes maquinas para recogerla —, acto seguido, yo volteaba nuevamente a mirar los campos, pero esta vez mi mirada se desviaba hacia la izquierda y en esta ocasión, veía otro tipo de maquinaria que estaba trabajando en los campos, esta maquinaria era una especie de “tren”, donde el frente de este, era una cabeza de vaca, un cráneo de cabeza de vaca grande para ser más preciso, mejor dicho, no grande, gigantesco, y este hacía las labores de vagón de máquinas en esta especie de “tren”, el cual por cierto tenía 2 o 3 “vagones” si les podemos llamar así, sin embargo, no eran como tal vagones, sino que yo sabía que estos estaban como conectados entre sí, una especie de máquina viva, igual que las otras pero en un sentido diferente, pues yo sentía o sabía que la labor que estaban realizando era más por cumplir y no por un interés real de hacerlo bien, ahora, al igual que las máquinas pequeñas, estas eran muchas a lo largo de los campos, pero mucho más grandes y hasta cierto punto atemorizantes, de modo que estas, conforme iban avanzando en los terrenos, en estos grandes campos, iban dejando tras su paso una especie de mancha negra viscosa, maloliente, además caliente, es decir, quemaba los campos y dejaba ese parte del campo inerte, totalmente seca y escaldada, recuerdo el aroma perfectamente, era una especie de alquitrán, y esto me era muy intrigante y al mismo tiempo muy desagradable, por lo que yo preguntaba al hombre nuevamente — ¿estas máquinas que son y por qué hacen esto? —, a lo que él respondía –estas son las encargadas de llevarse todas las galletas podridas–, yo le preguntaba una vez más — ¿no hay manera de rescatarlas? — y su respuesta fue –No, esas están podridas y se han perdido ya, para eso están esas máquinas–, de modo que, después de una breve pausa, me voltea a ver fijamente y dice nuevamente, — ¡los campos Ya están listos! —, después de esto, nuevamente en un instante la escena del sueño cambió….
El engaño de la Falsa salvación
Ahora me encuentro en una especie de valle en una pendiente descendente, cerca, muy cerca de un gigantesco acantilado (a la forma de esos acantilados de las regiones de escocia), a mis espaldas, multitudes, miles, sino es que decenas de miles de personas viniendo en la dirección donde yo me encontraba, aunque técnicamente no iban hacia mí, sino hacia una gran construcción, una especie de gran patio, de dimensiones cuadradas, con sus cuatro muros altos, de unos 10 metros de altura, blancos, esta construcción solo tenía una puerta, y toda la gente se apretaba por querer entrar, parecían estar huyendo de algo, y se veían grandemente atemorizados, adultos, hombres y mujeres, ancianos, niños y niñas pequeñas, mujeres embarazadas, todos corriendo como si fuera su última oportunidad de salvarse de aquello que estaba detrás de ellos, lo más impactante era como se impactaban unos contra otros y se golpeaban con violencia para poder entrar por esa puerta, dicho sea de paso, la entrada era libre, pero algo dentro de mí me decía que eso estaba mal, al mismo tiempo, yo veía toda esta escena desde lejos, como a unos 500 metros de distancia, no sentía temor alguno dentro de mí, no sentía ansiedad y no podía percibir o distinguir aquello de lo cual todos ellos huían, así que volviendo a aquella construcción cuadrada, cuando yo alzaba la mirada podía ver claramente una gran catapulta, enorme, que tenía como propósito lanzar a grandes grupos de estas personas hacía una gigantesca red que estaba flotando en el mar a lo lejos, a unos cuantos kilómetros aparentemente, cantidades de personas entraban por esa pequeña puerta, y después yo solo veía como ese enorme brazo de catapulta era tensado y echado para atrás de manera automática y cuando estaba asegurado y “lleno” de entre 50 a 100 personas que se subían a ella, esa gran catapulta las lanzaba por los aires a una velocidad vertiginosa y estos caían en la red en el mar a la distancia (dicho sea de paso, el lugar donde se sentaban antes de ser lanzados, era una “gran mano blanca“, inclusive, se veía que la superficie de esta era suave, como acojinada, de modo que las personas que se sentaban estaban cómodas, se sentían tranquilas), en ese momento yo escuchaba los gritos de muchas de estas personas al ser lanzadas y caer, sin embargo no eran gritos particularmente de temor sino más bien como de adrenalina, hasta ese punto todos parecían estar emocionados y se sentían librados, lo que no sabían, es que todo eso era una trampa, pues cuando se juntaba cierta cantidad de personas, la red se hundía y todos perecían, parecía como si fuesen arrastrados (pues nadie podía nadar o intentar salir a flote) al fondo del mar por esa misma red que les había dado la esperanza de ser salvados, ahora, algo aún más perturbador, era que, no obstante que las personas aún en tierra podían distinguir esta misma situación a la distancia, parecía no importarles en absoluto, estaban como cegados en querer ser lanzados, esto era muy intrigante para mi pues no hacía sentido, sin embargo estaban en una especie de transe frenético por lograr llegar allá, así que después de varias veces que presencié este lanzamiento de la catapulta, yo volteo hacia el mar por última vez y nuevamente en un instante todo cambia…
Premonición Familiar
Ahora yo veo en este momento cómo estoy junto con mi madre, en una calle de una colonia (vecindario, o barrio), ella está a mi derecha, estamos frente a una casa amarilla con reja negra, yo sabía que estábamos buscando una casa para alquilar o rentar, no para nosotros sino para alguien más, de modo que entonces, vamos cruzando la calle, y por un instante le doy la espalda a mi madre pues doy algunos cuantos pasos delante de ella y de repente siento la necesidad de voltear hacia atrás rotando mi cabeza a la izquierda y viendo por sobre mi hombro izquierdo y es que veo a mi madre flotando en el aire a unos 2 metros de altura, pero de rodillas con las manos alzadas al cielo en señal de adoración, con su rostro mirando al cielo igualmente, esto me asombraba y me maravillaba grandemente y lejos de asustarme, me quedaba contemplándola por varios segundos hasta que algo me llevaba a voltear nuevamente hacia la casa al otro lado de la calle y desviaba la mirada para luego caminar unos cuantos pasos hacia esta, hasta que el interés de ver a mi madre otra vez, me llevaba a voltear atrás nuevamente en la misma dirección que antes y cuando lo hice, la veía a ella de nuevo en la tierra, de pie, detrás mio, a lo que yo le preguntaba — ¿no se te hace increíble lo que acaba de pasar? para mí eso es una obra del Ruaj haKodesh (Espíritu de Santidad) —, le decía, a lo que ella respondía –Sí, definitivamente esto fue una obra del Ruaj, pues yo estaba siendo llevada a los cielos, pero aún no era mi tiempo —, (lo anterior se cumplió de una manera muy particular en la vida real 3 días más tarde, pero eso lo dejo fuera de esta narrativa), de modo que continuando con el sueño, en ese momento, ya con mi madre a mi lado, yo volteaba hacia mi derecha y veía a 2 mujeres ancianas en la avenida más abajo, a la derecha de nosotros, era una avenida que bajaba en pendiente y abajo al fondo en esa avenida estas 2 ancianas estaban tratando de golpear un cable de alta tensión eléctrica con una especie de varillas metálicas o tubos metálicos y yo sabía claramente que si ellas hacían eso, morirían, de modo que yo le preguntaba a mi madre — ¿qué es lo que están haciendo esas mujeres? — y ella me respondía — simplemente están buscando morir — , lo cual me ponía muy triste, por ello, en un instante, yo me veía a mí mismo en una sala, en un cuarto o habitación como de mantenimiento industrial, en donde había esas clásicas “cajas eléctricas” en la pared y tubos salían de ella, tubos que uno sabe que llevan cables eléctricos dentro, había igualmente una puerta a mi lado derecho, de modo que caminaba unos pasos, la abría y me asomaba, es en ese momento que me daba cuenta que ahora yo estaba más abajo en la avenida que esas mujeres, dentro de esta habitación en una especie de planta eléctrica, pero yo continuaba viéndolas con una gran decisión de electrocutarse, y cómo es que ya iban con una intención de golpear finalmente el cable que habían expuesto de tanto golpe continuo, así que cuando ellas intentaban hacer eso yo me aferraba a un cable eléctrico adentro de esta habitación en donde me encontraba y dentro de mí sabía que eso muy probablemente me lastimaría o incluso me mataría por la descarga, pero sabía claramente que si yo hacía eso, las salvaría a ellas, de modo que hay un instante en el que yo, ya dentro de mí, esperaba ese choque eléctrico, esa descarga, ese golpe fuerte… pero… pasaron unos instantes y nada pasó, sino que de un momento a otro mi madre entra por esa puerta y me dice — ¿qué haces? — a lo que respondo — estoy tratando de evitar que esas mujeres mueran ya que yo puedo absorber gran parte de la descarga si contengo con mis manos este cable — (ese era mi raciocinio en el sueño), a lo que mi madre responde — no te preocupes, ya no es necesario, ellas ya no quieren morir, ya hablé con ellas y ahora se encuentran en mi auto mira —, y me señala afuera del edificio hacia el lado derecho aún más abajo en la calle, en la acera o banqueta del otro lado de la avenida, cómo estaban estas 2 señoras dentro de su vehículo azul, platicando muy tranquilamente y ella me comentaba — no te preocupes, yo ya estoy hablando con ellas de la escritura y de la Toráh — esto me dejaba a mí muy tranquilo y acto seguido la escena cambiaba una vez más…
Opresión y control global
Ahora yo me encontraba en una especie de gran bodega rectangular de color rojo y blanco, en donde en la parte de afuera había mesas cuadradas con 4 sillas cada una y pequeñas sombrillas individuales, esto permitía que la gente pudiera sentarse y comer afuera de esta bodega, además de esto, yo veía un gran puerta o espacio en el centro de esta bodega (en una de sus partes más largas ya que era rectangular) que se abría cuando 2 grandes puertas corredizas se deslizaban cada una para su propio lado, una para la izquierda y otra para la derecha, (estas eran como puertas de granero americano), ahora, cuando nosotros entrábamos (pues en ese momento yo me veía a mi mismo con mi familia) a esta bodega, del lado izquierdo había mesas para poder sentarse, o mejor dicho, mesones largos con esas planchas largas de madera para sentarse, donde en cada una de estas bancas cabrían de 3 a 4 personas, yo me sentaba ahí en una de esas bancas, junto con mi familia, nosotros estábamos tranquilos, de hecho, estábamos disfrutando de un helado muy rico, sin embargo veíamos como las personas que estaban alrededor de nosotros conversaban solamente acerca del hecho de que no tenían alimento y de que todo estaba increíblemente caro de precio, que ya no les alcanzaba, que no tenían para alimentar a los suyos y que no sabrían cómo le iban a hacer, cuando yo escucho esto, miro atrás de mí por encima de mi hombro derecho (pues yo estaba sentado en esta banca dándole la espalda a la parte derecha de la bodega si la viéramos de frente) y cuando entonces yo volteo justo hacia atrás y me giro, veo este gran enrejado prácticamente de piso a techo, es decir, había una especia de mostrador de un metro y medio de alto aproximadamente, pero de ahí hacia arriba y hasta el techo, era de esa reja industrial gruesa de acero, y esta era una bodega muy alta, alrededor de unos 10 ó 15 metros de altura, y detrás de estas rejas había 3 o 4 señoritas despachando por pequeñas rendijas o espacios en la reja, a manera de una especia de ventanillas muy pequeñas, por las cuales solo pasaban pequeñas bolsas de frijol, arroz, leche en polvo, etc., era claro como detrás de esas rejas a espaldas de estas señoritas había grandes cantidades de alimento, pero ellas controlaban a quién y cuánto le daban, el ambiente que se vivía era un ambiente de desesperanza, de ansiedad, de temor, pero más que todo lo anterior, de resignación, de modo que nadie mostraba ímpetu o siquiera ganas de intentar nada en contra de este sistema o de reclamar algo, sin embargo ante todo esto, aún cuando éramos testigos de toda esta escena y situación, no lo entendíamos porque nosotros nos encontrábamos bien, y acto seguido la escena cambiaba una última vez…
Esperanza alentadora
Ahora me encontraba nuevamente en la oficina en la que empecé el sueño, estaba todo exactamente en el mismo lugar, pero había una gran diferencia, ahora todos los varones portaban estos flecos a lo largo o alrededor de su pantalón, de modo que en un instante, tocan a la puerta que estaba a mi lado derecho y una persona que se encontraba un poco más cerca a esta, intenta levantarse para ir a abrirla, de hecho, la señorita que estaba en el escritorio igualmente intentó levantarse pero yo les digo, no se preocupen, yo abro la puerta cuando, de modo que voy y la abro, entonces enfrente de mi estaba un hombre de cabello largo lacio con anteojos oscuros , al verlo, le pregunto y le digo — ¿quién es usted — y me dice — yo vengo aquí — a lo cual le pregunto — ¿pero dígame, quién es?, para dejarlo pasar — y entonces él voltea a ver a la señorita del escritorio, y solo con esa mirada es que entonces ella me confirma y me dice — no te preocupes, déjalo pasar, es mi amigo el periodista — de modo que procedía a dejarlo pasar, y cuando él entraba y pasaba por mi lado izquierdo, una vez que él pasa, voy cerrando la puerta y cuando hago esto, veo con mi rabillo del ojo izquierdo como él también portaba los flecos de azul en su pantalón, lo cual me llenaba de una felicidad que no puedo explicar porque ahora todos los varones traían esos flecos, entonces yo le pregunto a la señorita del escritorio una vez que regresó a mi asiento — ¿quién es él? — y ella me responde — él está encargado de testificar el cambio —, a lo que pregunto, — ¿cuál cambio? — a lo que ella una vez más responde, — que cada vez son más los que obedecen ––, en ese momento inmediatamente después de esto supe dentro de mí que se refería al hecho de que cada vez más y más varones comenzaban a obedecer los principios de la escritura, de la Toráh, a lo cual le pregunté a la señorita del escritorio, — ¿cada vez somos más, cierto? — y ella respondió — así es, cada vez nos acercamos más —.
En ese momento, desperté.
Ese fue mi quinto sueño…
Este sueño presentó algo nuevo y es que a mi en lo personal me mostró cosas que en mi vida y la de los míos tuvieron un cumplimiento, así que, yo solo doy gracias al Eterno y le pido que le revele a cada quien lo que debe entender al leer estas líneas y también por qué no, las acciones que debe tomar.
Aún faltan 3 sueños más que hasta la fecha de redacción de este quinto he tenido, le pido al Padre que me permita avanzar con este proyecto pues se que nada, nada, nada, pasa por casualidad.